Desarrollar estrategias de gestión emocional es fundamental para nuestros peques, porque les permiten advertir, usar, comprender y manejar sus emociones y empatizar con las de los demás niños y niñas. A finales de los años 80, el Doctor en psicología Daniel Goleman acuñó el término “inteligencia emocional” para definir qué son las emociones, para qué sirven y qué influencia tienen en la vida de las personas.
Se trata de un tema clave para el desarrollo de la infancia. Por ello, en el siguiente artículo vamos a resolver las siguientes preguntas al respecto:
- ¿Qué son las emociones?
- ¿Por qué son tan importantes?
- ¿Cuáles son sus funciones?
- ¿En qué influyen en el desarrollo de nuestros hijos e hijas?
- ¿Desde cuándo hay que comenzar a trabajar la inteligencia emocional?
¡Comenzamos!
¿Qué papel juegan las emociones?
En primer lugar, hemos de saber qué papel juegan las emociones dentro de nuestra vida. Tienen como objetivo alterar el comportamiento de las personas para aumentar la probabilidad de supervivencia.
Su papel fundamental es identificar estímulos para que actuemos rápidamente, amplifican la memoria, modifican el estado de alerta y son capaces de generar conductas para motivar la atención y la comprensión social.
¿Por qué se manifiestan las emociones?
A lo largo del día, percibimos cientos de estímulos, los cuales generan en nuestro cerebro miles de pensamientos. Las emociones aparecen gracias a los estímulos percibidos y estos pueden ser tanto internos como externos. Explicamos este aspecto en profundidad.
¿Qué es un estimulo externo?
Pongamos como ejemplo el comportamiento de otro niño o niña. Imaginemos que nuestro peque recibe un insulto o una palabra que este pueda percibir como una agresión. No deja de ser una palabra. La interpretación que hace su cerebro es lo que va a hacer que aparezcan emociones de miedo, ira y rabia.
¿Qué es un estímulo interno?
Las emociones más dañinas suelen producirse por estímulos internos. Estas están íntimamente ligadas a los pensamientos o las sensaciones que percibimos.
Pongamos como ejemplo: un peque puede sentir ansiedad o estrés ante un examen. Si los pensamientos del niño o niña son que va a salir mal y va a suspender, inevitablemente sentirá ansiedad. No por el examen, si no por la idea de que va a suspender.
Manifestación de las emociones
Al trabajar las emociones con los más peques de la casa hemos de saber que estas se manifiestan de tres maneras:
A nivel cognitivo: son pensamientos e imágenes mentales. Si piensas que va a pasar algo malo sentirás ansiedad y estrés, si sientes tristeza es porque crees que hay cosas que no deberían haber sucedido, y si estamos enfadados sentimos que algo es injusto o que no nos lo merecíamos.
Los componentes cognitivos de las emociones hacen referencia a los estados subjetivos calificados como agradables o desagradables y con la consciencia plena de nuestras emociones y sentimientos, por ejemplo, decir “soy feliz” o “estoy amargado/a”.
A nivel fisiológico: las emociones generan reacciones físicas. Piensa cuando mete un gol tu equipo preferido y saltas de la butaca del estadio o presencias una pelea y el pulso se acelera, los músculos se tensan y la respiración aumenta de frecuencia. El cuerpo se está preparando para la lucha y huida. Las emociones son capaces de alterar el comportamiento regular del cuerpo humano y no lo hace por otra cosa más que por protegernos y hacernos sobrevivir.
La ira, la ansiedad, la excitación son las que más se hacen notar en nuestros cuerpos.
A nivel conductual o expresivo: habrás escuchado mil veces esa frase de “más vale un gesto que mil palabras”. Las personas tenemos la capacidad de expresar nuestras emociones a través de la expresión gesticular. Esta refleja cómo nos sentimos.
Emociones primarias y secundarias
Emociones primarias
En 1991 Carroll Ellis Izard en su obra The Psychology of emotions hizo una dicotomía entre las emociones primarias o básicas y las secundarias.
Las primeras presentan una serie de características comunes: tienen un sustrato neural específico y distintivo y se caracterizan porque todos somos capaces de reconocerlas.
Estas emociones están ligadas a la supervivencia evolutiva del ser humano y nos motivan a actuar.
Las emociones primarias o básicas son: ira, alegría, interés, asco, miedo, tristeza y sorpresa.
Emociones secundarias
Este tipo de emociones están relacionadas con nuestro hábitat cultural y son aprendidas. No son innatas en el ser humano.
Las emociones secundarias son: celos, culpa, envidia, vergüenza, placer, satisfacción, desprecio, complacencia…
¿Qué funciones cumplen las emociones?
Función adaptativa: han permitido sobrevivir al ser humano a lo largo de la historia. Tienen como funcionalidad preparar al organismo para la acción. Facilitan la generación de energía para afrontar situaciones en las que se vea comprometida la supervivencia.
Función motivacional: las emociones nos motivan a actuar. Ayudan a que orientemos toda la energía que es capaz de generar nuestro cuerpo para conseguir nuestras metas.
Función social: las emociones se configuran como un canal comunicativo en el que podemos advertir y anticiparnos a cómo se van a comportar otras personas.
Importancia de desarrollar la inteligencia emocional
Aunque no las comprendamos y, en ciertos momentos, nos hagan sentir mal, las emociones negativas tratan de protegernos para que sobrevivamos.
Por lo general, las emociones suelen ser de intensidad media y cortas en el tiempo. En caso de que se prolonguen recomendamos ponerse en manos de profesionales.
Mejorar la inteligencia emocional de nuestros peques repercutirá en relaciones más sanas con otros niños y niñas y les ayudará a entender cómo afrontar las vicisitudes que se presentan en las relaciones humanas.
Y ahora os preguntaréis, ¿cuándo es recomendable empezar a trabajar la inteligencia emocional? Con el fin de tener un desarrollo psicosocial óptimo cuanto antes mejor.
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