Los mayores también quieren jugar
Pasamos la vida lamentándonos de lo terribles que son los lunes, deseando que llegue el fin de semana, reclamando más tiempo para disfrutar de nuestras aficiones, amigos y familia, y cuando, por fin, llegamos a la edad de la jubilación, nos encontramos con que no siempre sabemos qué hacer con nuestro tiempo libre. El juego también aporta beneficios para la salud mental y física de los mayores.
El juego siempre requiere cierta actividad y, como afirman los expertos en gente mayor, el mero hecho de mantenerse ocupado con actividades gratificantes ayuda a aceptarse a uno mismo y a los demás.
Desde AIJU, junto al Instituto de Biomecánica de Valencia (IBV) y con la colaboración del IMSERSO, seguimos trabajando en el Proyecto LUDIMAN para demostrar y difundir la utilidad del juego como instrumento de mejora y prevención de los efectos negativos del envejecimiento, e informar a las empresas de la necesidad de cumplir con requisitos básicos de diseño que permitan utilizar los juegos a las personas mayores.
Beneficios que aporta el juego a la salud mental y física de los mayores:
- Disminuye los sentimientos de soledad.
- Mejora el estado de ánimo y la motivación interna.
- .Aumenta la auto eficacia social percibida.
- Facilita la adaptación a la jubilación.
- Amplía los niveles de satisfacción vital.
- Mejora las habilidades comunicativas.
- Potencia la percepción sensorial.
- Ejercita las habilidades cognitivas.
- Incrementa los niveles de autoestima.
- Mejora el mantenimiento de hábitos saludables.
- Facilita la adaptación al entorno
¿Los chicos no lloran y los adultos no juegan?
¿Somos adultos? ¿Cómo saberlo? ¿Cuáles son las características que definen a los adultos?: ¿que lo saben todo?, ¿que tienen ya recuerdos y memoria?, ¿que hacen cuentas a final de mes?, ¿que son capaces de tomar sus propias decisiones sin consultar?, ¿que tienen sentido común?… no siempre… ¿que se aburren?, ¿que nunca juegan?.
Todos sabemos que, con el tiempo, las concepciones de lo bueno y lo malo, lo correcto y lo incorrecto, y lo apropiado y lo inapropiado, cambian y se adaptan a las nuevas circunstancias. Lo mismo ocurre en el universo del juego y de los juguetes.
«Este año no es que juguemos mucho, porque con esta edad, preferimos hablar de nuestras cosas… A los juguetes, yo concretamente, ya no les hago mucho caso, porque prefiero escuchar música, ver la tele, salir con mis amigos, etc… La edad no nos permite que nos sigan gustando o a veces sí, pero no siempre» Elena Clement, 11 años.
«La verdad es que nunca puedo jugar porque no tengo tiempo«. Pablo Más, 11 años.
«Os digo que juguéis algún día, os divertiréis mucho. Jugar es muy divertido y muy bonito. Yo creo que es lo más bonito que hay.«. María Marco, 11 años.
El paso de los años hace que, poco a poco, la concepción de la actividad lúdica vaya cambiando y, lo que es má s importante, se vayan descartando las ideas erróneas que, durante mucho tiempo, la han acompañado. Se han conseguido, por ejemplo, grandes avances en relación con lo que se han considerado tradicionalmente «juegos para niños» y «juegos para niñas» y, afortunadamente, cada vez encontramos menos juguetes con envases y propuestas sexistas o diferenciadoras. Se han demostrado, también, los numerosos beneficios que el juego aporta al desarrollo infantil, la educación y el aprendizaje, desterrando la vieja idea de que el juego es tan sólo una forma más de dejar pasar el tiempo.
En esta ocasión, queremos reflexionar sobre el juego y la edad para jugar. ¿Por qué consideramos que el juego es sólo cosa de niños? ¿Por qué restringir los beneficios del juego a la infancia? El juego, además de contribuir al desarrollo global del niño, permite enriquecer la vida del adulto y del mayor en múltiples aspectos. Para empezar, los juegos que permiten integrar a participantes de diferentes edades, facilitan a la comunicación intergeneracional, lo que resulta enriquecedor a cualquier edad.
Además, el potencial socializador del juego, favorece la creación de nuevos vínculos y relaciones, contribuyendo a eliminar sentimientos de aislamiento y soledad. El juego ayuda a la creación de ambientes y entornos estimulantes que motiven, por ejemplo, a las personas mayores a participar en programas de ejercicio físico y actividades de rehabilitación.
El juego refuerza el mantenimiento de las habilidades cognitivas a lo largo de toda la vida (memoria, atención, aptitudes lingüísticas, etc.), lo que resulta especialmente importante cuando envejecemos. Siempre podemos aprender nuevas cosas a través del juego y, lo más importante, el juego es una fuente inagotable de enriquecimiento,diversión y satisfacción personal y haber crecido no parece razón suficiente para renunciar a ella.
Los adultos no debemos tan sólo supervisar el juego de los más pequeños, podemos también disfrutar y hacernos más grandes gracias a él. Al fin y al cabo, tal como decía Simone de Beauvoir, el adulto es sólo un niño inflado por la edad.
Mamá, papá, ¡juega conmigo!
Jugar no es acompañar a tus hij@s, no es mirar como juegan, no es ayudar. Jugar exige algo más: implica diversión, disfrute, participación plena.
- De 0 a 2 años. Jugar juntos es la mejor forma de conoceros mutuamente, ya que el juego para los niños/niñas es una forma de expresión y comunicación, de aumentar su autoestima y estrechar vuestros vínculos afectivos.
- De 2 a 6 años. En esta edad, la clave para jugar con ellos es la imaginación: es necesario ser capaz de transformarse en lobo, en pirata… y asumir papeles de la vida real: peluquero, médico… Jugar a hacer como sí…
- A partir de los 7 años. Es la fase de los juegos de mesa, juegos deportivos, juegos tradicionales, etc. La transmisión oral de juegos populares es importante para que no se pierdan en el olvido. Cuéntale a qué jugabas y jugad juntos.
¿Por qué es importante que juguemos con nuestros hij@s?
Jugar juntos es la mejor forma de conoceros mutuamente, ya que el juego para los niños/niñas es una forma de expresión y comunicación, de aumentar su autoestima y estrechar vuestros vínculos afectivos.
¿Sabemos jugar con nuestros hij@s?
Jugar juntos es la mejor forma de conoceros mutuamente, ya que el juego para los niños/niñas es una forma de expresión y comunicación, de aumentar su autoestima y estrechar vuestros vínculos afectivos. Todos los adultos tenemos la capacidad de jugar; sólo tenemos que recuperarla, y la única forma de hacerlo es… jugando
Y tú, ¿cuando juegas?
Jugar, además de ser una estupenda actividad a cualquier edad es también, una de las mejores herramientas de las que disponemos para facilitar esta relación entre padres e hijos, pero como toda herramienta, para que cumpla bien su función hay que aprender a utilizarla adecuadamente.
Dejemos en esta ocasión el juego visto como herramienta de aprendizaje y centrémonos en el otro juego: El juego por el juego, el que no persigue nada.El juego que permite descansar y disfrutar. El juego que surge espontáneamente en una aburrida tarde de lluvia o en un día de campo, sin mayores pretensiones pero ¡qué curioso. Aquí es cuando se establece la verdadera comunicación de persona a persona, de padre a hijo, aquí es donde las distancias entre ellos se acortan en una transmisión sincera de ternura y afecto…
A estas considerables alturas de la historia los adultos aún no le hemos dado al juego la oportunidad que se merece. Le hemos dejado compartir con nosotros nuestra infancia y la de nuestros hijos pero le hemos cerrado las puertas de nuestra juventud y por supuesto de nuestra madurez.”. “Uno de los mejores recursos que hoy día podemos utilizar para combatir la incomunicación, desgraciadamente demasiado extendida entre nuestras generaciones, es el juego y está ahí en cualquier lugar, en cualquier momento, esperándonos… ¡Juega, juega, juega!».
Os animamos a jugar, a jugar por placer, porque nos merecemos, porque jugar no es cosa de niños, porque jugar provoca la risa, la excitación, la emoción, deja aflorar la ternura, rompe el hielo, acorta las distancias, nos deja ser lo que queramos y quien queramos, nos reafirma en nosotros mismos, disminuye la ira y las disputas, aumenta la tolerancia… ¿Seguimos hablando de las ventajas del juego o nos ponemos a jugar? ¡Disfruta, disfruta, disfruta!.
Carmen Bravo Arjona, Directora de servicios educativos.
Prisma de servicios y proyectos La felicidad tiene mucho que ver con ser alegres, divertidos y juguetones. Por ello, eduquemos en nuestros hijos estas cualidades jugando con ellos Jugar con nuestros hijos es siempre un tiempo bien aprovechado. Compartir juegos nos proporcionará satisfacciones inigualables, pero lo más importante es que ni ellos ni nosotros olvidaremos esos buenos ratos.
Divertirse es siempre gratificante, y si lo hacemos jugando, mucho más. Rie, sueña y juega en familia.
María Aguirre. Responsable de la Ludoteca Municipal de Alcobendas.
Jugar y pasarlo bien es algo que a los niños y jóvenes les resulta mucho más fácil que a los mayores. ¿Por qué?. Algunos adultos dicen que es por falta de tiempo, por el exceso de preocupaciones… Pero quizá sea la falta de práctica, por la dificultad de encontrar adultos que quieran compartir un tiempo de ocio, o porque es algo que no está dentro de nuestros planes y simplemente se nos olvida. El que los adultos no juguemos no es cuestión de tiempo, es cuestión de hábitos.
¿Seremos capaces de poco a poco cambiar nuestros hábitos si ello nos permite disfrutar más? … ¡¡Alguien nos tendrá que “enseñar!! En nuestros juegos con los niños/as, no debemos limitarnos a recordar o revivir nuestra infancia, sino que debemos descubrir cuáles son nuestros gustos e intentar disfrutar del juego tanto como disfrutan ellos. El adulto en el juego se siente perdido, no sabe por donde empezar. Mª Dolores Berenguer. Responsable de la Ludoteca Municipal de Almansa. El juego es saludable. Despeja la mente de la cotidianeidad, nos hace estar en una situación distendida, relaja, distrae, enseña, une ….. Por eso el juego compartido es muy interesante para el desarrollo de las personas desde que nacen hasta que mueren. Jugamos para divertirnos, para practicar, para aprender, para vivir como seres sociales… Los adultos somos perezosos para el juego. No nos parece que sea una cosa que vaya con nosotros, casi se nos antoja ridículo pasar un rato jugando.. ¡Con la de cosas importantes y urgentes que tenemos que hacer!….
Si alguna vez jugamos, es porque tenemos un amigo, un hijo o un primo juguetón que se pone pesado y, al final, decimos sin estar convencidos, ….bueno, vale! Pero…. entonces, muchas veces, nos damos cuenta de que estamos disfrutando, que nos estamos riendo, que nos estamos olvidando de los problemas, que nos estamos relajando, que estamos siendo nosotros mismos, que estamos compartiendo espontaneidad y buenos momentos con nuestros seres queridos… Tú, adulto, necesitas reír, olvidarte, disfrutar, relajarte, ser tú mismo, ser espontáneo. Acuérdate de jugar de vez en cuando. Ello te ayudará a ser un poco más feliz y a compartir esta felicidad con los tuyos. Jugar no es acompañar, no es mirar, no es ayudar, jugar exige algo más: diversión, disfrute, participación plena…. Cuando acompañamos a nuestros hijos, sobrinos o nietos durante el juego estamos actuando de la forma correcta, pero no estamos jugando “de verdad”. Estar con ellos mientras juegan o ayudarles en sus ratos de juego será inolvidable tanto para ellos como para nosotros y estaremos contribuyendo a su felicidad y su desarrollo. Pero eso no es “verdadero juego” para nosotros. Es importante acompañarlos para contribuir a su felicidad y a su desarrollo, pero no podemos olvidarnos de nuestra felicidad y nuestro desarrollo. Juega y diviértete, sus beneficios son para todos y todas. Creando vínculos lúdicos reafirmamos a la familia como núcleo social y facilitamos nuestra convivencia. Y podemos encontrar juegos y juguetes para divertirnos juntos … La creación de vínculos familiares por medio del juego es un objetivo básico en una sociedad de futuro.
María Costa. Directora del Departamento de Pedagogía de AIJU.
Cuando jugamos, es decir, cuando disfrutamos todos -ellos y nosotros- de una manera libre y espontánea, compartimos complicidades, reímos, nos conocemos, nos aceptamos, se afianzan entre nosotros lazos de unión y comprensión, fuertes, cálidos y entrañables y creamos vínculos afectivos y de comunicación indestructibles. Cuando jugamos mayores y pequeños, las jerarquías desaparecen, todos somos iguales ante las reglas de un juego. Los niños sienten que nos acercamos a ellos y que valoramos sus ilusiones y sus esfuerzos que disfrutamos de ellos y con ellos, se sienten, por tanto, queridos. Jugar en familia no es dedicar un rato a jugar con los niños porque sabemos (con la cabeza) que es bueno y necesario para ellos. Jugar en familia es reír en familia, es dejar de ser un poco padres y ser un poco más niños, acalorarse, emocionarse, crear casi sin querer recuerdos positivos compartidos. En la medida en que los adultos somos capaces de divertirnos jugando, los niños son capaces de aprender a atender, a escuchar, a compartir, a esperar… a confiar en los demás y a confiar en si mismos, en la medida que se sienten valorados. No vale hacer ver que se juega… los niños nos piden sinceridad, es decir, jugar de verdad, olvidarnos, por un ratito de nuestras responsabilidades y dejar salir al niño que, por suerte, todavía somos y que nos proporciona la salud mental necesaria para ser también personas sanas con sentido del humor.
Y es así como jugando, pequeños y mayores habremos aprendido a crecer de una forma sana y feliz, aprendiendo a conocernos y comunicarnos desde lo más íntimo. Todo ello acompañado de risas y sentido del humor, pues en palabras de Richter* “El juego es la primera poesía de la humanidad, así como el comer y el beber son la prosa».
Imma Marín. Directora de Marinva juego y educación.
¿Qué puedo regalarle a mis abuelos?
Nos pasamos la vida lamentándonos de lo terribles que son los lunes, deseando que llegue el fin de semana, reclamando más tiempo para disfrutar de nuestros hobbies, amigos y familia y…. cuando, por fin, se nos concede el regalo de la jubilación, nos encontramos con que no siempre sabemos qué hacer con nuestro tiempo libre. Las opciones son muy variadas y, claro está, las elegimos en función de nuestras experiencias pasadas, nuestros intereses e inquietudes, nuestro entorno, nuestra compañía.
Sin embargo, muy pocas veces pensamos en el juego como alternativa para el disfrute de estos momentos cuando nos hacemos mayores y, si lo hacemos, nos limitamos a considerar las cartas, el dominó, la petanca o el bingo como posibilidades. Regalando juegos a los mayores de tu familia, les estarás regalando también CALIDAD DE VIDA.
Para empezar, el juego siempre requiere cierta activad y, como defienden los expertos en gente mayor, el mero hecho de mantenerse ocupado con actividades gratificantes que ayuden a aceptarse a uno mismo y a los demás, como ocurre con el juego, aporta importantes beneficios para la salud mental y física.
Además, el juego mejora el desarrollo psicomotor, favorece el desarrollo cognitivo, contribuye al desarrollo social, y promueve el equilibrio afectivo sea cual sea la edad de quien juega. En definitiva, el juego potencia la autonomía, ayuda a mantener y mejorar la salud y facilita y consolida nuestras redes y apoyo social.
Muchas veces no nos permitimos hacer las cosas que deseamos porque nos parece que no son propias de nuestra edad, pensamos que nuestro entorno no nos entenderá o no encontramos a nadie que nos acompañe.
Es importante atreverse con aquello que nos divierte y entretiene y, más aun, si nos aporta tantos beneficios. El juego es una ocasión ideal para intentar pasar del deseo a la acción, para poner al alcance de los adultos y mayores aquello que generalmente disfrutan sólo niños y adolescentes. Desde AIJU, junto con el Instituto de Biomecánica de Valencia y con la colaboración del IMSERSO, estamos trabajando para demostrar y difundir la utilidad del juego como instrumento de mejora y prevención de los efectos negativos del envejecimiento y comunicar a las empresas la necesidad de cumplir con los requisitos básicos de diseño que permiten a los mayores usar cómodamente los productos lúdicos. Para ello, estamos trabajando con médicos, fisioterapeutas, enfermeros, psicólogos, animadores y, como no, personas mayores que nos ayudan a valorar juegos y juguetes y a profundizar en el uso de la actividad lúdica como promoción de un envejecimiento saludable.
La movilidad y la agilidad
Todos aquellos juegos que requieren coordinar los movimientos del cuerpo, movilizar de forma pausada las articulaciones o realizar estiramientos, contribuyen de forma muy positiva a mantener las habilidades sensoriales y motoras, potenciando el conocimiento de uno mismo y del mundo.
La percepción sensorial
Cualquier tipo de actividad lúdica, al ser fuente de motivación, incrementa la atención y mejora, a través de sus variadísimas propuestas, la percepción y estimulación de los sentidos.
Las habilidades cognitivas
Los juegos de preguntas y respuestas y aquellos que requieren atención y concentración nos ayudan a mejorar la memoria. Los juegos de palabras y letras o cálculo ayudan a practicar algunos hábitos necesarios para el desarrollo de las actividades de la vida cotidiana. Además, el aprendizaje y memorización de las reglas de cualquier juego contribuye también al mantenimiento de las habilidades cognitivas. El juego en compañía, sea cual sea su temática u objetivo, es siempre una oportunidad para el desarrollo y uso del lenguaje.
El juego compartido fomenta las relaciones sociales y la comunicación al tiempo que estimula la satisfacción emocional y la seguridad. Además, jugar en contacto con otros permite hacer una valoración ajustada de nosotros y de los demás, ampliando el conocimiento de nuestro entorno. Los juegos cooperativos son especialmente adecuados para promover los mensajes positivos y reforzadores dentro del grupo.
Jugar no es solo cosa de niños
Los adultos somos perezosos para el juego. No nos parece que sea una cosa que vaya con nosotros, casi se nos antoja ridículo pasar un rato jugando: ¡Con la de cosas importantes y urgentes que tenemos que hacer!.
Si alguna vez jugamos, es porque tenemos un amigo, un hijo o un primo juguetón que se pone pesado y, al final, decimos sin estar convencidos: «Bueno, ¡vale!«.
Pero es entonces, cuando nos damos cuenta de que estamos disfrutando, que nos estamos riendo, que nos estamos olvidando de los problemas, que nos estamos relajando, que estamos siendo nosotros mismos, que estamos compartiendo espontaneidad y buenos momentos con nuestros seres queridos.
Tú, adulto, necesitas reír, olvidarte, disfrutar, relajarte, ser tú mismo, ser espontáneo, etc. No olvides jugar de vez en cuando, porque te ayudará a ser un poco más feliz y a compartir esta felicidad con los tuyos.
«La creación de vínculos familiares por medio del juego es un objetivo básico en una sociedad de futuro»
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