¿Se puede jugar en un hospital?
Quizá podríamos pensar que el niño/a cuando está enfermo no tiene ánimo o fuerzas para jugar…, que el hospital no es el lugar más adecuado para jugar…, que estando en la cama no podrá realizar ninguno de los juegos que practica normalmente…, que el ambiente hospitalario no es el idóneo para la práctica de juegos… o que lo importante es el tratamiento médico y las necesidades físicas frente a las emocionales y psicológicas. Pero nada más lejano a la realidad. Estamos hablando de un entorno en el que más que nunca se crea la necesidad de jugar, actividad esencial para la salud física y el desarrollo psicológico del niño/a.
Como toda acción creadora, el juego genera satisfacción emocional, confianza y seguridad, considerándose la actividad terapéutica por excelencia. Puede ayudar al niño/a hospitalizado a comprender, aceptar y paliar su estado por medio de la simbolización.
Le ayuda a tener una sensación de control sobre el ambiente, al permitirle expresar los sentimientos aliviando las tensiones emocionales y, por lo tanto, la ansiedad y el estrés.
Es el mejor vehículo para que procese y reaccione ante la información ambiental. El juego le permite canalizar la agresividad y le ayuda a afrontar los miedos, además de favorecer el aumento de la autoestima y la confianza en sí mismo.
Pero el juego en el hospital, sobre todo cuando el niño/a no se puede levantar de la cama, exige tener algunos aspectos en cuenta.
Por ejemplo, se deben utilizar juguetes:
Que favorezcan los sentimientos de competencia, autoestima y dominio con resultados gratificantes.
Que provoquen risa, sean divertidos, pero también que estimulen la relajación y la concentración, que promuevan la creatividad y la imaginación, favorezcan la desinhibición y la expresión de sentimientos, etc.
Que no hagan demasiado ruido, para no molestar a otros pacientes.
Que puedan utilizarse en la cama y no requieran desplazamientos o movimientos globales.
En algunos casos, que puedan utilizarse con una sola mano debido a la inmovilización parcial que producen los goteros.
Que no requieran la participación de muchos jugadores.
Que su peso no sea excesivo, ni su tamaño demasiado grande para poder utilizarlos en la cama sin problemas.
Con el estímulo de la actividad lúdica por medio de los juguetes estaremos, sin duda, contribuyendo a una mejora en el estado de salud y calidad de vida de los niños/as durante su hospitalización.
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